Al divisar luz se escuchan cerca pasos desesperados, asustados, corriendo en todas direcciones, si su memoria fuera tan buena como en siglos atrás recordaría que estaban cultivando aquellas pequeñas personas, ellas al darse cuenta de su estado se detienen perplejos, ondeándoles el viento sus extrañas barbas y vestimentas y junto a él como si acompañándolo estuviera, alta, negra, lo sigue la muerte con el silencio únicamente distorsionado por algún inquieto niño preguntándolo todo... continúan cada uno con lo suyo, inquieto por las respuestas dadas y por el rostro despreocupado de la sombría calavera.
Monótono, así se transformó el paisaje después de transcurrido el alboroto y luego de saber la presencia de su acompañante, que se alejaba levitando sobre el pábulo verde, arrastrando tras si una espesa nube de dudas que chocaban contra la vid y sus uvas, al darse cuenta o más bien al olfatear el viento embriagado por el proceso del vino, el néctar de los dioses, pero a quien le importa eso en estos momentos dada la cara de importancia con la cual cruzaba el pueblo de batallas olvidadas, con sus edificios imponentes obstaculizando al sol que trata de esconderse entre las casas repletas de balcones mas están desiertas debido al espectáculo que se les ofrecía a sus habitantes en un coliseo de madera y piedras, dentro se derramaba sangre, perdiendo una vida para que la otra espada siguiera adelante con los aplausos que le permitían pasar inadvertido apresurando el paso, retrocediendo en el tiempo, disfrutando del aroma a oxido que para él significaba lo mismo que la rosa para los sensibles gladiadores vulnerables al acero.
Continúa el sendero divisando a cada paso que se hallaba cerca, la montaña aumentando de tamaño al igual que lo iba haciendo el calor del desierto con sus arenas de color naranja y sus mares de perdición para los jóvenes pescadores; frente a frente con el azul robado del firmamento por las aguas que refrescaban sus extremidades, debía de tomar una decisión al querer rodear la costa, enfrentarse en su estado a mil peligros o cruzar durante cinco febos ponientes la cristalina linfa, con la incertidumbre de que en los dos casos, fallecer antes de lo designado por el oráculo.
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