- Ojala que esta caída sólo sea un sueño y que en algún momento deje de estar soñando.
Se despertó, ya había pasado todo un día y él no tuvo conciencia de esas horas en las que el febo cruzó el firmamento crepuscular, está noche iba a ser muy diferente de las anteriores; al igual que ella, él debía de tomar una decisión que no la lastimara. ¿Pero cuál sería?
No hay ser viviente en este planeta que no le tema a su fin como existencia finita, con la respectiva culpa o no de dejar siembras sin cosechas.
- Pero no hay ningún otro ser que lo medite esta noche, es mi noche y no lo dudo. Es el final, se trata del…
Se perdió entre los arbustos jurando no volver a regresar a esta dimensión que le procuraba su sufrimiento insoluble.
Como si fuera la punta de lanza de un incendio, el Bucéfalo dejaba tras de sí, muerte y mucha ceniza; como si fuera corriendo una tela hecha cortina de humo, el Bucéfalo lideraba el pudor ardiente de su cuerpo para destruir la vida que lo contaminaba de una confusa esperanza; por un momento levantó su mirada para observar que en la casa ya no habitaba ningún vestigio de luz.
Al acercarse incineró todo el jardín de la casa, unos pasos más adentro en el medio de todo ese refugio de papel, reclamó su derecho a vivir un día más, el lacónico techo empezaba a arder en llamas, en una pose de bestia apunto de exigir sangre, a la vez que realizó un bramido que silencio todo lo que giraba a su alrededor, descubrió a su víctima escondida entre la mala hierba de las mentiras, la manipulación y el desencanto de disimular lo que significa el amor.
- Tengo mucho miedo, más miedo que antes y eso me da más miedo.
Mientras su vida se consumía con latidos sollozos, externalizó todo el daño que le había causado a los demás seres que estuvieron a su lado. Él sólo murmuro:
- De cerca sentirás la euforia del sentimiento que se esconde entre el amor y el odio.
- El amor no puede esperar tanto.
- Nunca es tarde cuando se ama, siempre es tarde cuando se está herido.
- Mi silencio será el más adecuado de mis pensamientos.
- Son lo que tú quieres que sean.
Estuvo a varios segundos de que el remordimiento cubriera su designio, el Oráculo se impaciento pero su desgracia cedió cuando él Bucéfalo decidió no otorgarle a merced de su víctima, toda la responsabilidad sobre su vida.
Masticó el órgano cardiaco entre la sangre y los huesos del cuerpo de su víctima, algunas gotas de azufre cayeron en la mezcla de peste en la que consumía algunos sorbos de elixir para sobrevivir, sus últimas palabras exhaladas que escucho fueron:
- Le tengo miedo a mi incapacidad para enfrentar las… (tosió), el (volvió a toser) es el fantasma de querer…
Su mano cayo como laude en el suelo de ceniza, la palma de su mano se extendía para contraer sus pequeños dedos.
La niña se mecía placidamente en los brazos de Morfeo, había muerto.
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