Rodeando la sombría costa con gigantescas palmeras recordándole que de nuevo internarse en la selva era su salvación, temeroso de la endemoniada obsesión de basiliscos e hiperbóreos por digerirlo aún con su corazón palpitando, lo condujo a perder el control de su trote, cayendo a gran velocidad llegó a ser detenido por unas rocas, los metros después de la caída fueron de mucho dolor, inservible, obsoleta su pierna delantera en partes irregulares crujía, fracturado sin ninguna ayuda divina para ser curado disminuyó su prisa y al salir de la densa arboleda en profundo sueño de cansancio se duerme dejando de lado el sufrimiento, aunque sus ojos no permanecen lo suficientemente cerrados, al escuchar un fuerte estruendo.
- ¡BAAAM! Casi sordo intentando no... ¡BAAM!
Cazadores, le han seguido sus huellas, ocultándose, regresa al bosque, ellos nunca lo penetrarían, el hombre teme a lo que no ha visto antes.
Lanzas del tamaño de Hércules, lo bastante filosas para atravesar un roble y sedientas de desolación.
- Parca maldita.
Apoyado para no emitir sonido alguno de dolor, espera paciente que la ansiedad inunde el pensamiento asesino, caminan en círculos que increíblemente perfilan alrededor del Bucéfalo, inseguros por el rastro de pisadas que van arrastradas hacia el mar, las últimas desvaneciéndose por el suave roce que emerge en la orilla, frotando el manto nocturno de la arena, todos discuten mientras descansando en las sombras espera, fuerzas recuperadas por el alivio del sueño placentero hace que se ponga en marcha, silencioso, pisa las hojas secas con el mayor cuidado, misterioso, su silueta ya dibujada por la luz lunar, desfallece por el miedo o tal vez por la fractura de su pierna, las voces se apagan pero sus ojos visualizan varios puntos plateados volando por las ramas, flechas, espadas, lanzas caen al suelo sutilmente desgarrando gritos de angustia.
- ¡AAAH!... aullidos de los depredadores, para él representan una barrera invisible, corre, a su manera, como puede, corre.
Desatando un bullicio infernal que acapara las olas que chocan contra el abismo, las criaturas marinas huyen, las del bosque, las del bosque frenéticamente en silencio.
- No me andan cazando, por el contrario me anunciaron, lo que creí cazador se ha convertido en la víctima de un monstruo.
Se decía al mismo tiempo que se adentraba en la espesura de la incertidumbre.
- Pobres almas inocentes.
No se detuvo hasta que logro observar, extraño, frágil a un unicornio blanco como las nubes y tan puro como el corazón de una niña.
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